lundi 8 décembre 2025

Ciencia económica: matemáticas, espiritualidad, Judaísmo, Cristianismo e Islam

 

Desde la publicación de mi obra obra El fin de las ciencias económicas: El comienzo de la Edad de Oro, muchos de ustedes me han pedido profundizar en el capítulo dedicado a las matemáticas sagradas y, en particular, en la identidad cos²x + sin²x = 1, que escapa al simple marco escolar. Esta fórmula es uno de los pilares secretos de la tradición universal, una clave de lectura de lo real, un espejo exacto de la unidad que sostiene toda manifestación.

Porque esta igualdad no es una construcción abstracta: es el corazón palpitante de la geometría viva. Imaginen un punto recorriendo el círculo de radio 1: su proyección horizontal, el coseno, es el agua, la receptividad, la horizontalidad femenina evocada por la Bella Durmiente o Blancanieves tendida. Su proyección vertical, el seno, es el fuego, la energía ascendente de lo masculino, esa fuerza que se eleva hacia el cielo, simbolizada por la llama olímpica.

Así se revela la verdad fundamental que los sabios de todas las tradiciones transmitieron bajo mil formas: la existencia reposa sobre dos polaridades complementarias, una horizontal y otra vertical, una femenina y otra masculina, y es su unión armoniosa la que da nacimiento al Uno. El círculo unidad no representa sólo una figura geométrica; es la ilustración perfecta de la totalidad, de la unión de los contrarios, del equilibrio que sostiene la creación. Y la identidad trigonométrica que lo rige no es nada menos que la firma matemática de esta unidad.

Este capítulo, que desarrollo aquí, muestra por qué cos²x + sin²x = 1 no es una simple herramienta de cálculo: es una fórmula matricial, un esquema del mundo, una clave espiritual olvidada —y sin embargo indispensable para comprender lo que debe derrumbarse y lo que debe renacer en nuestra civilización.

EL CÍRCULO Y LA CRUZ

La cruz no es una imagen religiosa accesoria: es la geometría del convivir. Fijar lo horizontal y lo vertical es mostrar que la unidad no es la negación de los contrarios, sino su relación armónica. Jesús en la cruz encarna esta unión: horizontalidad del amor y verticalidad de la energía transformadora, culminando en la unidad. El punto central, el axis mundi, es el lugar de paso donde lo múltiple vuelve a ser Uno.

LAS LETRAS SAGRADAS: JUDAÍSMO, CRISTIANISMO E ISLAM

El tetragrama YHWH es la arquitectura de un devenir. Yod (principio), Hé (manifestación), Waw (vínculo) y Hé (retorno) forman una estructura en la que el doble Hé significa elevación al cuadrado, estabilización de un potencial. Leer YHWH a través de la trigonometría nos ilumina en más de un sentido: Y (Yod) corresponde a la horizontalidad (cos x), Waw a la verticalidad (sin x), y la repetición de la letra H es la operación de elevar al cuadrado, la afirmación de una totalidad que no se reduce.

Yeshua (יֵשׁוּעַ) revela la misma mecánica: Yod-Shin-Waw (Ayin, la vocal desaparece en la escritura aramea). Shin es la llama, la purificación activa del Verbo; Vav es el clavo que une lo alto y lo bajo; Yeshua es por tanto el germen divino que atraviesa el fuego y une cielo y tierra. La estrella de dos triángulos (ISIS + RA = EL, ISRAEL) manifiesta visualmente la reunión de las polaridades: dos triángulos que se entrelazan y forman una unidad perfecta. El baño María —imagen fundadora— une el agua y el fuego, prueba de que la transformación es conjunción de los elementos, no aniquilación.

IBN ARABI Y LA UNIDAD DEL SER

El sufismo afirma sin rodeos: el mundo, con su multiplicidad, es el lenguaje mediante el cual el Único se revela. Las letras no son simples signos; son fuerzas creadoras. La humanidad completa es aquella que reúne en sí las diferentes letras y nombres, convirtiéndose en receptáculo del Verbo. Explica que las letras son los cuerpos de los Nombres Divinos y la sustancia misma de la creación. Cada letra es un grado de esta manifestación divina.

«Sabe que las letras son, en su esencia, los cuerpos de los Nombres Divinos... Toda la existencia es una palabra pronunciada por Dios, y las letras son las raíces de todas las cosas manifestadas, porque es por ellas que la palabra divina se ha diversificado y desplegado en el universo.»

El ser humano perfecto (al-insān al-kāmil) es el que comprende y reúne todas estas letras, convirtiéndose en la integridad del Verbo divino y el receptáculo de todos los Nombres. Ese es el sentido de la Perfección y de la Unidad buscada (Tawhid). El Islam posee una profundidad espiritual insospechada, muy lejos de la imagen del “barbudo sanguinario” que se intenta vendernos…

La fórmula cos²x + sin²x = 1 es la demostración formal de que esta pluralidad se sostiene en la unidad perfecta del círculo. Ibn Arabi sostiene que el Tawḥīd es la Wihdat al-Wujūd (la Unidad del Ser): no hay más que una única realidad verdadera, que es Dios. El mundo, en su dualidad y multiplicidad aparente —cos²x + sin²x— no es sino la manifestación de esta única Esencia divina.

CONSECUENCIA PARA LA ECONOMÍA

El colapso de los sistemas que olvidan la unidad es inevitable. Nuestros sistemas financieros y políticos han ignorado la geometría sagrada. La acumulación lineal —la fuga hacia el infinito en una Tierra finita— es una lógica de implosión. Debemos dejar de pensar en términos de PIB y reemplazarlo por el BNB, la Felicidad Nacional Bruta, como lo hizo Bután. Donde la sabiduría tradicional propone el encuentro y el equilibrio de las polaridades, nuestras ideologías han institucionalizado la polarización, la transformación por la violencia, la desunión, la guerra de todos contra todos. El resultado es visible: ciclos de crisis, querellas ideológicas, derrumbes morales y, finalmente, guerras mundiales.

Las constantes irracionales (√2, π, φ, e) no son curiosidades abstractas: testimonian el infinito inscrito en la forma —el orden irracional que sostiene la creación. La búsqueda de la unidad es efectivamente el corazón común de las tradiciones. No exige la uniformización, sino el reconocimiento y el respeto de los caminos diversos que conducen al mismo centro. Rechazar esto es transformar la espiritualidad en ideología totalitaria; aceptarlo es restaurar la riqueza plural de las tradiciones afirmando al mismo tiempo la misma verdad central.

ACLARACIÓN CONTRA LOS DESVÍOS

La gran unidad del corazón de las religiones no es sinónimo de uniformidad. El verdadero trabajo espiritual consiste en defender y preservar las singularidades, respetar los ritos y las formas, impedir que una gran síntesis mundialista se convierta en una mezcla vacía que de todos modos fracasará. Mi propósito siempre ha sido mostrar que la convergencia de las raíces religiosas no conduce a un dogma mundial, sino a un reconocimiento mutuo y a una responsabilidad común hacia lo sagrado.

CONCLUSIÓN: RECUPERAR EL EQUILIBRIO

La fórmula cos²x + sin²x = 1 es una regla simple y enérgica: la suma de las polaridades es la unidad. Toda ciencia, toda práctica social que se aleja de ella se expone a la ruptura. No se trata de reemplazar la economía por un credo místico, sino de integrar la sabiduría geométrica y simbólica en el corazón de las decisiones colectivas. 

Tras las grandes masacres que se avecinan (el odio generalizado), por fin podremos reaprender a amarnos. Ese es el mensaje de Yeshua/Jesús/’Īsā, y es el único que importa.




Science économique : mathématiques, spiritualité, Judaïsme, Christianisme et Islam

 

Depuis la parution de mon ouvrage La fin de la science économique, le début de l'âge d'or, vous avez été nombreux à me demander d’approfondir le chapitre consacré aux mathématiques sacrées et surtout de l’identité cos²x + sin²x = 1 qui échappe au simple cadre scolaire. Cette formule est l’un des piliers secrets de la tradition universelle, une clef de lecture du réel, un miroir exact de l’unité qui soutient toute manifestation.

Car cette égalité n’est pas une construction abstraite : c’est le cœur battant de la géométrie vivante. Imaginez un point parcourant le cercle de rayon 1 : sa projection horizontale, le cosinus est l’eau, la réceptivité, l’horizontalité féminine évoquée par la Belle au bois dormant ou Blanche-Neige allongée. Sa projection verticale, le sinus est le feu, l’énergie ascendante du masculin, cette force qui monte vers le ciel, symbolisée par la flamme olympique.

Ainsi se dévoile la vérité fondamentale que les sages de toutes les traditions ont transmise sous mille formes : l’existence repose sur deux polarités complémentaires, l’une horizontale, l’autre verticale, l’une féminine, l’autre masculine, et c’est leur union harmonieuse qui donne naissance à l’Un. Le cercle unité ne représente pas seulement une figure géométrique ; il est l’illustration parfaite de la totalité, de l’union des contraires, de l’équilibre qui soutient la création. Et l’identité trigonométrique qui le gouverne n’est rien de moins que la signature mathématique de cette unité.

Ce chapitre, que je développe ici, dévoile pourquoi cos²x + sin²x = 1 n’est pas un simple outil de calcul : c’est une formule matricielle, un schéma du monde, une clé spirituelle oubliée — et pourtant indispensable pour comprendre ce qui doit s’effondrer et ce qui doit renaître dans notre civilisation.

LE CERCLE ET LA CROIX

La croix n’est pas une image religieuse accessoire : c’est la géométrie du vivre-ensemble. Fixer l’horizontal et le vertical, c’est montrer que l’unité n’est pas la négation des contraires mais leur rapport harmonique. Jésus sur la croix incarne cette jonction : horizontalité de l’amour et verticalité de l’énergie transformatrice, aboutissant à l’unité. Le point central, l’axis mundi, est le lieu de passage où le multiple redevient Un.

LES LETTRES SACRÉES, JUDAÏSME, CHRISTIANISME ET ISLAM

Le tétragramme YHWH est l’architecture d’un devenir. Yod (principe), Hé (manifestation), Waw (lien) et Hé (retour) forment une structure où le double Hé signifie mise au carré, stabilisation d’un potentiel. Lire YHWH à travers la trigonométrie nous éclaire à plus d’un titre : Y (Yod) correspond à l’horizontalité (cos x), Waw à la verticalité (sin x), et la répétition de la lettre H est la mise en carré, l’affirmation d’une totalité qui ne se réduit pas.

Yeshua (יֵשׁוּעַ) révèle la même mécanique : Yod-Shin-Waw (Ayin, la voyelle disparait à l’écrit en araméen). Shin est la flamme, la purification active du Verbe ; Vav est le clou qui relie haut et bas ; Yeshua est donc le germe divin traversant le feu et reliant ciel et terre. L’étoile à deux triangles (ISIS + RA = EL, ISRAEL) manifeste visuellement la réunion des polarités : deux triangles qui s’interpénètrent et forment une unité parfaite. Le bain-Marie — image fondatrice — unit l’eau et le feu, preuve que la transformation est conjonction des éléments, non annihilation.

IBN ARABI ET L’UNITÉ DE L’ÊTRE

Le soufisme affirme sans détour : le monde, avec sa multiplicité, est la langue par laquelle l’Unique se dévoile. Les lettres ne sont pas de simples signes ; elles sont des forces créatrices. L’humanité complète est celle qui réunit en elle les différentes lettres et noms, devenant réceptacle du Verbe. Il explique que les lettres sont les corps des Noms Divins et la substance même de la création. Chaque lettre est un degré de cette manifestation divine. « Sache que les lettres sont, dans leur essence, les corps des Noms Divins... L'existence entière est une parole proférée par Dieu, et les lettres sont les souches de toutes les choses manifestées, car c'est par elles que la parole divine s'est diversifiée et déployée dans l'univers. » L'être humain parfait (al-insān al-kāmil) est celui qui comprend et réunit toutes ces lettres, devenant ainsi l'intégralité du Verbe divin et le réceptacle de tous les Noms. C'est le sens de la Perfection et de l'Unité recherchée (Tawhid). L’Islam est d’une profondeur spirituelle insoupçonnée, bien loin de l’image du méchant barbu égorgeur que l’on veut nous vendre…

La formule cos²x + sin²x = 1 est la démonstration formelle que cette pluralité se tient dans l’unité parfaite du cercle. Il soutient que le Tawḥīd est la Wihdat al-Wujūd (l'Unité de l'Être) : il n'y a qu'une seule réalité véritable, qui est Dieu. Le monde, dans sa dualité et sa multiplicité apparente cos² x + sin² x n'est que la manifestation (l'expression) de cette unique Essence divine.

CONSÉQUENCE POUR L’ÉCONOMIE

L’effondrement des systèmes qui oublient l’unité est inéluctable. Nos systèmes financiers et politiques ont ignoré la géométrie sacrée. L’accumulation linéaire — la fuite vers l’infini sur une Terre finie — est une logique d’implosion. On doit cesser de penser PIB et le remplacer par le BNB, le Bonheur National Brut, comme l'a fait le Bhoutan. Là où la sagesse traditionnelle propose rencontre et équilibre des polarités, nos idéologies ont institutionnalisé la polarisation, la transformation par la violence, la désunion, la guerre de tous contre tous. Le résultat est visible : cycles de crises, guéguerres idéologiques, effondrements moraux et pour finir, guerres mondiales.

Les constantes irrationnelles (√2, π, φ, e) ne sont pas des curiosités abstraites : elles témoignent de l’infini inscrit dans la forme — l’ordre irrationnel qui soutient la création. La quête de l’unité est effectivement le chœur commun des traditions. Elle n’exige pas l’uniformisation, mais la reconnaissance et le respect des voies diverses menant au même centre. Refuser cela, c’est transformer la spiritualité en idéologie totalitaire ; accepter cela, c’est restaurer la richesse plurielle des traditions tout en affirmant la même vérité centrale.

MISE AU POINT CONTRE LES DÉTOURNEMENTS

La grande unité du cœur des religions n’est pas synonyme d’uniformité. Le véritable travail spirituel consiste à défendre et préserver les singularités, à respecter les rites et les formes, à empêcher qu’une grande synthèse mondialiste devienne un “mélange” vide qui de toute façon échouera. Mon propos a toujours été de montrer que la convergence des racines religieuses ne conduit pas à un dogme mondial, mais à une reconnaissance mutuelle et à une responsabilité commune envers le sacré.

CONCLUSION : RECONQUÉRIR L’ÉQUILIBRE

La formule cos²x + sin²x = 1 est une règle simple et énergique : la somme des polarités est l’unité. Toute science, toute pratique sociale qui s’en écarte s’expose à la rupture. Il ne s’agit pas de remplacer l’économie par un credo mystique, mais d’intégrer la sagesse géométrique et symbolique au cœur des choix collectifs. 

Après les grands massacres à venir (la haine généralisée) nous pourrons enfin réapprendre à nous aimer. C’est le message de Yeshua/Jésus/’Îsâ, et c’est le seul qui vaille.